lunes, 3 de octubre de 2011

JARDINES SIN TIEMPO


«Mira, los árboles están. Las casas en que vivimos aún siguen. Sólo nosotros

corremos delante de todo como una bocanada de aire».

R.M. Rilke

Colinas de metal, árboles manos

que sostienen el pecho

de la tarde.

Se recorta la piel.

Se quiebran nubes

y mantos de papel

ocultan todas

las simas del dolor.

Como un cielo sembrado

para verse,

reflejo de lugares

donde el tiempo

entierra sus relojes

y su prisa.

País de soles lentos,

de miradas

que acarician el césped

y lo encelan.

El mar escucha, absorto,

este prodigio

de verdes enmarcando

los asombros.

Lugar de nunca invierno,

de columnas

que encienden su fulgor

sobre las tapias.

Frutos incandescentes,

tan ajenos

al miedo de las manos

que ninguno

de nuestros bellos sueños

edifica.

Aquí no ha comenzado

el ciclo de la sangre.

No se ha escrito

tragedia ni clamor

en esta página.

Jardines recorridos

por un viento

de arrulladora calma,

de emociones

que solamente el ángel

conocía.

Pero detrás del muro

ya suenan

las pisadas.

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