lunes, 3 de octubre de 2011

ENCUENTRO PARA NUBES


(La Visitación: predela de la Anunciación de Corrona)

I

Hay mañanas dormidas

y caminos de cobre

en las túnicas tensas

habitadas de espíritu.


¿Cómo vuela la nube

de lastrada materia?

El ocaso regresa

de ciudades ocultas

por las cimas cansadas

que sustentan la noche.

¿De qué mármol se hicieron

las mejores ausencias

pobladoras de un cielo

con fingidas ventanas?

El mirar encontrado

polariza senderos

y cimenta las lámparas

donde nacen los ojos

Ajimences anclados

sobre azules de viento

armonizan los rostros

de este mágico canto.

Es un río de sonidos

que nos lleva en su pecho.

II

Las colinas activan


su ternura de siglos,


se elevan y se curvan


transidas de silencio.


Una mano ha tocado


su belleza de senos


para darIes tersura


y elevar su discurso.


Pocos árboles llegan


al final de esta ruta


donde está la sorpresa


convertida en abrazo.


Este pórtico alado


nos invita y nos guía


a la búsqueda intensa


de un banquete de calma.


Las palabras se quedan


como pájaros mudos


y la mano que duda


multiplica los signos.


Las palabras nos crecen


por el arco del pecho,


un silencio de lluvia


se hace manto sin bordes.


Estos árboles-lámparas


amenizan la senda


y señalan un tiempo


anidando en la altura.


En terrazas se eleva


parcelado cultivo,

jardín donde la piedra

resplandece y se expresa.

Sobre leves columnas

un alado retablo

o portal de los signos


que detienen las horas.


Ciudadela de nieve


en la espalda del monte


nos pronuncia y nos dice


que la altura nos llega.


Catarata de lunas


y la torre encendida


que domina el abismo


más allá de los arcos.


Hay pisadas de nube


y murmullo de hojas


en el patio del cielo


donde nace el abrazo.


El violeta y el rosa


se aproximan y cubren


un tapiz de miradas,


un ajuar de silencios.

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