lunes, 3 de octubre de 2011

EL CABALLERO ESTÁTICO

(Domingo de Guzmán meditando)


I

Silencio en los castillos.

Y el Duero se detiene

o pisa más despacio

la sombra de los trigos.

Un grito en las almenas

es pañuelo

que queda despidiendo

a los que han ido

a reclamar las tierras

de las hoces.

Se callan las espadas.

Se fue quedando pálida

la tarde

y se vistió su atuendo

blanco y negro.

Galope de caballos,

saeteras

que retratan la fuga

de los corzos.

Qué cerca está Castilla

allá tan lejos.

Qué cerca los sitiales cincelados,

miniados canecillos

del invierno.

Callaron las campanas

desde Osma,

y Silos se arropó

de cantos lúgubres.

II

Banderas de azahar tiene Bolonia

que esperan un final

envuelto en mármoles.

Por todo el Languedoc

corren las voces

de un viento atronador,

de pergaminos

vendidos como piel

para escarpines.

Las piedras de Toulouse

son hogueras

donde se hornean ahora

panes cátaros.

Languidecen las manos

y se arquean

los ojos de las torres.

La noche, como un libro,

va contando

la historia del dolor

y de la ausencia.

Silencio en las orillas

de aquel río

que pudo describir

tantas batallas.

Ahora el caballero

repasa los caminos

que fueron hasta el hielo

de Las Marcas.

Se dobla el arquitrabe

de sus hombros

por el peso de siglos

en la sangre.

III

Sentado bajo el cielo amarillento,

se va quedando solo

y reconstruye

la historia como cauce

de cenizas.

Costumbre de senderos,

pies cansados

y llanto en los cabellos

de la noche.

Todas las cosas duermen

en el mundo

y vela el caballero

iluminado

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